Área Profesional

Colaboraciones

Juan Manuel Garrote Díaz
Presidente  del Colegio  de Médicos de Segovia

Hasta hace escasas décadas, el paciente con una enfermedad terminal -es decir aquella  progresiva, incurable, que produce gran impacto en el entorno y le da al enfermo un  límite de vida inferior a seis meses-,  vivía entre los amigos y la familia con una gran carga de compasión hacia su persona, ocultándosele la gravedad de su dolencia, visitado y acompañado por sus cercanos, que le pronosticaban larga pero segura recuperación. Tras la puerta de la habitación del enfermo, la familia recibía las miradas cómplices, los lamentos como en un susurro y las muestras de solidaridad en el sufrimiento, aislando de esta forma al paciente de poder expresar sus verdaderos temores e inquietudes. El médico, que como todos le ocultaba la enfermedad, atendía su dolor si era francamente insuperable; en los últimos días todos buscaban el momento idóneo para decirle que ya que pasaba el cura por allí quizás no fuera malo que le impusiera los últimos sacramentos, si no se esperaba ya cuando el paciente había fallecido. Toda la casa en esa aura de dolor aguardaba el día del óbito, cuando se despejaban un par de habitaciones para que los allegados dieran el último adiós al finado, y pasado este trance, los familiares vestían de luto al menos un año, pasando el duelo consolados por los cercanos.

        Hoy todo ha cambiado radicalmente: el enfermo es casi el primero en enterarse de su diagnóstico y todos saben que él es consciente de su situación. Cuando los amigos van a visitarlo, se espera que ellos comiencen una conversación que se aventura incómoda, tanto más cuanto más lejana es la relación, de tal forma que las visitas son cortas y a veces muy espaciadas.

        El español actual tiene tanto miedo a la muerte que huye de todo aquello que le pueda recordar este hecho, que por cierto, es lo único que se nos asegura al nacer. En este contexto la actitud del profesional de la medicina no es o no debe ser la de la compasión ni la contemporización con el problema. Hoy el médico y la enfermera saben que el paciente no tiene por qué padecer dolor, y que todos aquellos síntomas acompañantes, como el aumento de flemas, la sequedad de boca, la disnea, la depresión etc., tienen tratamiento, que el enfermo debe tener la sensación de estar atendido, de que es probable que una atención hospitalaria puntual pueda mejorar de forma importante su situación. También sabe el profesional de la medicina lo importante que es que el paciente exprese sus dudas y sus temores, que deben responderse con la verdad, que no tiene por qué ser descarnada, que el apoyo a la familia es clave para el buen tratamiento del enfermo, y que una vez que el paciente muera el refuerzo positivo a sus allegados acorta y suaviza la angustia del duelo.

        Pero todo este proceso que debe seguir el profesional no se hace con voluntarismo, sino con una preparación adecuada, por lo que el apoyo de las unidades de cuidados paliativos es fundamental tanto en la labor que realizan junto con los médicos de familia y con el enfermo, como en la atención hospitalaria y en la visita, control y apoyo al enfermo y su familia. La formación de los sanitarios es primordial para que estén cualificados para cuidar al paciente terminal. Podemos decir que la profesionalización en este sentido ha generado una confianza en el sector sanitario por parte de aquellos pacientes que tienen una unidad de cuidados paliativos en su Área de Salud, y los sanitarios se encuentran más seguros en el tratamiento de estos enfermos.

        El Colegio de Médicos de Segovia, consciente de la importancia de esta cuestión ha recogido con entusiasmo la iniciativa de un grupo de compañeros de mantener en nuestra página Web una apartado para los cuidados paliativos, y estamos seguros de que será de gran utilidad, no sólo para nuestros compañeros segovianos, sino para todos aquellos visitantes que se acerquen a nuestra página, donde podrán resolver muchas dudas, e incluso consultar sobre aquellas que les vayan surgiendo. Queremos aprovechar este instrumento que nos trae la técnica moderna para tratar uno de los sucesos más antiguos del mundo, que es el final de la vida. Esperamos que os sea de utilidad


 
       
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